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Sion, ¿querrás saber qué fue de tus cautivos,
los que anhelan tu paz, alejados del rebaño?
¡De oriente y occidente, del norte y del sur,
lejanos y cercanos te saludan,
amén de este anhelante prisionero
que lágrimas derrama como rocío del Hermón
y con ellas ansía empapar tus montes!
(…)
¡Quién me otorgara vagar por los sitios
en los que el Dios se reveló ante tus profetas!
¡Quién me pusiera alas para lejos volar,
con agitado corazón, entre tus ruinas!
¡De bruces caería, postrado en santa tierra,
amante de tus rocas, tus arenas!
(…)
¡Feliz aquel que espera y llega a contemplar
la luz que se alza sobre tus auroras,
la dicha de los elegidos, la alegría
del regreso de tu recobrada juventud!
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Mi corazón está en Oriente y yo en el extremo de Occidente...
Cómo podré gozar ni saborear de estos bocados,
cómo cumplir los votos y promesas
cuando Sion está en las garras de Edom
y yo, encadenado en yugo árabe...
¡Con qué presteza dejaría las bondades de Sefarad!
Más grata me fuera la cenicienta visión del santuario en ruinas...
Traducción: Gerardo Lewin
Excelente. Como siempre.
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