miércoles, 29 de abril de 2020
Hilà Lahav / Animal
Agonizo.
Para escapar,
debo comer
mi pierna.
Todo el tiempo
estoy hambrienta.
En lugar de pronunciar
la palabra clara,
la más leve de todas,
debo atragantarme con ella.
Las palabras leves
son dichas
por gacelas
de translúcido torso.
Un delicado runrún
emerge de mis tripas.
No de mi corazón.
Para acabar con este hambre
debo transformarme en perro:
marchar en solitario
y engañar a las bestias.
Ay, ahora, de mi pata entrampada.
Desfallezco de hambre.
Una vez, cada siete siglos,
llega hasta mí una gacela como tú,
de bondadosos ojos y una luz que no cesa.
Me alimenta su carne a lo largo de meses.
No hay nada en mi barriga.
La desesperación no ha de matarme
pues le falta coraje:
cuando cercenan mi cabeza
crece mi trasero.
La herida en mi vientre
se abrió y cicatrizó.
Un animal lanudo mordisquea
desde el tronco hasta el lomo.
A veces pienso que moriré de amor,
cosa que me recuerda:
muero de hambre.
Traducción: Gerardo Lewin
Extraordinario texto.
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