lunes, 4 de marzo de 2013

Eli Hirsh / Salamandra






















Dijiste que viajabas a un sitio remoto
pero no imaginé que demorarías en volver.
Oí decir que allí,  adonde fuiste,
suelen plantar, tal como aquí, ficus,
que podan los setos de mirtos y ligustros
y en los tejados florecen los alhelíes.

Pues bien, hazme un favor: cuando regreses
¿recordarás traerme un ramo dorado y blanco?
Los alhelíes allí, dicen, son bonitos
y tienen un perfume
que no es de este mundo.

Imagina el placer que sentirá
la salamandra (aquella que entristeció con tu partida
y anida desde entonces en la cornisa de mi casa)
cuando le acerque tu rubia, nívea ofrenda:
olerá, en todo su añorado aroma,
la belleza de tu regreso, transformado en flor.




Traducción: Gerardo Lewin


Poema pertenecinte a su libro Ganei Tel Aviv HaTluim // Los jardines colgantes de Tel Aviv, Ediciones del Kibutz Hameuchad.

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