viernes, 22 de enero de 2016

Mordejai Geldman / Vecina

















Jana murió.
En troncos de árboles y en vestíbulos
han puesto avisos fúnebres
que convocan a deudos y a amigos
para que guarden luto por ella y por sí mismos
y para entrenar a los transeúntes
en la negación de su muerte.
El ángel flaco encargado de cuidar su alma
remolonea en el patio.

En sus últimos días quedó ciega,
quizá fue un castigo por no haber visto nunca
que su mirada hallaba siempre faltas
en las personas y en las cosas.
Lo mejor de su vida lo pasó
en la monotonía,
sus ojos vagando en busca de defectos.

Al final se puso blanca y delgada
como un papel,
la llevaron en el viento,
cuidadosamente
la depositaron en la tierra
como en el envoltorio
de una última carta
que se envió a sí misma.




Traducción: Gerardo Lewin

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