sábado, 20 de agosto de 2011

Amir Or / Un vaso de cerveza

















El crimen perfecto no conoce razones, dijo.
El crimen perfecto pide un objeto perfecto,
como se dio allá, en Auschwitz.
No me refiero a los crematorios, por supuesto,
sino a lo que sucedía después del horario laboral.
Luego calló: contemplaba la espuma y bebía unos sorbos.

El crimen perfecto es igual al amor, dijo.
El crimen perfecto no precisa nada perfecto
excepto el dar, tanto como se pueda.
La vida es eterna,
incluso en el recuerdo del espasmo,
incluso los alaridos que mecieron mi mano,
la orina que como misericordia cayó sobre la carne congelada,
el golpe de los tacos que despertaron otros infinitos.
Incluso el silencio, dijo
contemplando la espuma.

Es cierto: un trabajo bien hecho es muy liberador,
y sin embargo

un crimen perfecto no derrama
ni siquiera una gota.
Como los labios de un niño, me explicó.
Como la arena y la espuma de las olas.

Como oye.
Como bebe y oye.






Traducción: Gerardo Lewin


Amir Or nació en Tel Aviv en 1956. Trabajó como albañil, pastor y restaurador. Estudió filosofía y religiones comparadas en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Ha publicado once poemarios. Se cuenta entre los fundadores de la cooperativa editorial Helicon Poetry. Traduce poesía del inglés, griego y japonés al hebreo. Obtuvo los premios Primer Ministro, el Premio Harry Harzon, el Premio Bernstein, y otros. Su último poemario fue K´nafayim (Alas - Editorial Hakibutz Hameuchad 2015)



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