Añoro el sandwich que llevaba a la escuela.
Ocho años, mucha piedad de madre.
Una alforja blanca, una servilleta bordada:
cómo me amaban los charcos en el camino
hacia el Centro Wolovelsky.
Luego un desastrado tacho de lata con halva y pepino
en las frías mañanas, de camino al trabajo diario.
Hubo muchos: herrero de obra, empleado, chofer.
En 1951 vi un aviso en el diario:
"se solicita conductor de jeep".
Me puse una camisa blanca y me presenté.
Había gente esperando: uno se mordía las uñas, otro leía un
libro.
El dueño de un local mayorista del centro comercial
salió de
su oficina y preguntó:
"¿Qué haríais vosotros, niños míos, si viérais que
a mitad de camino el motor se quedó sin aceite?"
El puesto lo obtuvo aquel que dijo
"Conmigo esas cosas nunca pasan".
II Tuve un maestro
Tuve un maestro que solía entrar al aula
como una tromba, diciendo:
"Rápido, escribid".
Escribir qué, nos preguntábamos.
"No importa, escribid".
Así escribimos durante todo ese año
y así seguí escribiendo hasta hoy.
Traducción: Gerardo Lewin
Aharon Almog es poeta, dramaturgo y novelista. Nació en Tel
Aviv en 1931 en el seno de una familia que dejó el Yemen en el siglo XIX. Se
graduó en la Escuela de Agricultura Mikve Yisrael y en la Universidad de Tel
Aviv. Enseña Literatura Hebrea en colegios secundarios. Obtuvo el Premio Brenner,
el Premio Primer Ministro en Literatura y el Premio Bialik.
No hay comentarios:
Publicar un comentario