Pretendamos que estoy muerta.
Tú me llamarás, no te contestaré.
No he decidido aún una postura acorde.
En todo caso, no será en pose de víctima.
No. Al principio alcanzará con cerrar los ojos,
boca, oídos, narinas y poros.
Obturar algunos con cera, tapar otros con algodón.
Dos centavos en los párpados,
una moneda entre los dientes.
Por fin, comenzaré a corromperme.
La tierra ha de ser negra, agusanada.
La arena no sirve para este fin
aun cuando resulte difícil afirmar
que sea del todo inconveniente.
Cambiaré de color, de forma, de perfume
y tú reescribirás el listado de ofensas.
Me llamarás, no atenderé.
Luego me incorporaré, saldré,
cerraré la puerta de un golpe,
me iré, saldré de viaje, olvidaré
y fingiré: vestiré una sábana,
me arrojaré al polvo.
La tierra ha de ser cálida y limpia.
Así, una vez disuelta, me absorberá.
Traducción: Gerardo Lewin
Gali-Dana Singer nació en San Petersburgo en 1962. Emigró a Israel
en 1988 y vive en Jerusalén. Ha
publicado tres poemarios en ruso y dos en hebreo. Suele traducir poesía hebrea
al ruso y viceversa. Ha editado la antología bilingüe "Poetas" junto con Peter Kriksunov en 1999 y la
publicación (en ruso) “Dibweitotz’ih” que luego se transformaría en bilingüe.
Ha participado en festivales internacionales de poesía y dirigido un taller de
traducción poética.
Gali-Dana Singer es también artista plática, fotógrafa e
ilustradora de libros. Obtuvo el Premio del Ministerio de Absorción para
escritores inmigrantes en 1996 y el premio
“Poetry – 2000” en el festival de poesía de Metula.
La pintura que aparece es obra de su esposo, Nekoda Singer.
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