Mi madre decidió no pensar en sí misma.
Sabía que si expresaba rencor
por su sangriento arribo a Israel
no lograría criarme
como un niño a salvo de heridas.
Nada fue más importante para ella
que saber que mi vida estaría
libre de las grietas del mundo.
Fui la venda que sanó sus heridas
cuando arrojaban sobre ellas
la sal de la tierra.
Quizás fue por eso
que murió
tan calma entre mis manos
el día de mi cumpleaños.
Traducción: Gerardo Lewin
Yossi Sucari (1959) es novelista y profesor universitario. Publica, además, artículos sobre temas políticos y educativos en diferentes medios. Editó Emilia U-Melaj HaAretz/Emilia y la sal de la tierra (Babel, 2002), Miklator (Yedioth Ajronoth, 2005), Lo Takin Romantith/Incorrectamente romántico (Jargol-Am Oved, 2008), Bergazi Berguen-Belsen (Am Oved, 2013) y Amzaleg (Am Oved, 2019). Obtuvo entre otros los premios Brenner de Literatura (2014) y el Premio Primer Ministro (2015). Éste es su único poema, hasta el momento.
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