Bendito tú que me hiciste mujer,
que soy humana tierra
y débil costilla;
bendito por hacerme
redondeces y curvas
como el sol y los planetas,
como los henchidos frutos.
Por darme una viva carne florecida,
por hacerme como las plantas,
agreste y fértil.
Los hilos de tus nubes
se deslizan como seda
por mi rostro y mis muslos.
Soy adulta
y deseo ser niña:
llorar de tristeza, reír
y cantar a voces.
Ínfima entre lo nimio,
un pequeño grillo
en el sublime coro de tus potencias;
la más diminuta entre todos tus seres
juega aquí, a tus pies,
mi Creador.
Traducción: Gerardo Lewin
Esther Raab (1894-1981) es mencionada a menudo como la
primera poeta israelí nativa. Nació y creció en Petah Tikva. En 1921 se casó con
su primo en la ciudad de El Cairo, donde permaneció durante varios años. Se la
considera como no perteneciente a ningún movimiento o escuela poética de su
época. Sus motivos principales giran alrededor del paisaje de Tierra Santa, la
naturaleza, la simpleza y la libertad. En 1964 obtuvo el Premio Kugel.
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