sábado, 14 de marzo de 2009

Maya Bejarano / Situaciones bélicas













La estructura personal
la geología humana
incluye una llama interior permanente
allí burbujea la guerra sempiterna
la guerra como disposición constante
a la fatiga de los materiales.

Bajo la marea colorida,
la rueda del placer
de las cafeterías transparentes y sombrías
donde manos sostienen objetos bellos
un gusto embriagador
o incluso hasta un bebé;
por debajo de los escenarios, de las salas,
los pupitres o los pizarrones,
bajo las almohadas
las calles claras
los relojes.

Bajo la vida
se oye constantemente
la fatiga del material
que combate su propia persistencia,
bajo los montes agresores del olvido,
bajo la gran ciudad revestida de mapas
qué orgullo o desvergüenza
la dieron vuelta, le ofrecieron
ancha vía de escape
para salir y ver, para ser escuchada.

Se distingue en toda su ruindad
el deseo del hombre-bala:
ostentar armas letales
criaturas de significado único
armamento para las fronteras
que no respeta límites.
Nos agitan sensaciones
hombrecitos en la barriga
faltos de calidad o títulos
hombres de la retaguardia,
de uniformes desteñidos
en intentos de huída
que es el instinto de preservar
el rostro primigenio
destinado al fracaso.

La guerra se mete en cada agujero
la guerra está en el aire
y la boca herida la canta
a cualquier precio.



Traducción: Gerardo Lewin


Maya Bejarano (Israel, 1949) Obtuvo en 1988 el premio Berstein, y en 1994 el Prime Minister’s Price y el Premio Literatura Israelí. Trabaja como consultora bibliotecaria. Publicó: Poemas en Continuado, Procesamiento de Datos y otros Poemas (1987); Voz (1987); Leviatán (1990); Las Canciones de Job (1993); Trataré de Tocarme el Ombligo (1998).

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