El film
documental que versa sobre mí está por concluir
y algunos,
entre el público, han comenzado a salir:
los finales son siempre intrascendentes y sabidos de antemano.
Queda ya claro, ahora, que no lograré cruzar el Amazonas,
que no
llegaré a ese encuentro en Almagro
y que no
bailaré otro tango cantado por Gardel.
La mujer, golpeada por las drogas y el amor,
caerá en la
depresión y se suicidará esa misma noche
en su
habitación, en el hotel.
Su carta póstuma
sólo despertará sospecha y nuevas dudas.
Queda ya claro, ahora, que hubiera sido preferible
que todo
este asunto no hubiera comenzado
del modo en
el que, ciertamente, comenzó.
No hubo en esta vida, para
los demás, nada de interesante o ejemplar.
Se extendió
a lo largo de tres continentes y por un tiempo
tan breve
que resulta imposible delinear un retrato acabado.
Quedan en ella grabados los despegues y aterrizajes imprevistos
que fueron,
en general, a dar en nada.
Antes de
terminar, pueden aún observarse
los gestos
espasmódicos de quien parece exigir algo:
voces y
murmullos que no han dejado registros.
Traducción: Gerardo Lewin
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