Si me
preguntaran, ¿qué irá a ocurrir?
respondería,
veremos.
Después, me
gustaría morir antes que yo.
Las aguas
se han detenido y han cubierto los montes
(como en
Salmos 104) y nosotros nos comemos
la tierra, que a su vez nos devora.
Por ahora,
sólo podemos apoyarnos en la poesía
para
negociar con los vientos que soplan
sobre la
transitoria carne.
Habría que
entorpecer la lengua un poco
para que tropezara, para que se derrame,
para que
despertemos.
Déjalo, no
cambiarás el mundo. No han estallado aún
las verdaderas, las grandes batallas del pensamiento...
Traducción: Gerardo Lewin
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