Esa noche
llovía
Naftali, le
dije. Se llamaba Naftali, tenía insignias de coronel. Qué suerte haberlo visto por
Dizengoff, era tarde y ya no pasaban autobuses.
Qué tal si me acercas, vivo en el edificio
del doctor Mualem.
Naftali es un buen muchacho, conocía a la esposa y a los hijos.
Esa noche
llovía, los eucaliptus crecían, las aguas del Yarkon bullían y muy rápidamente
comprendí que no tenía sentido gritar y que no debía moverme.
Semillas
negras
Fueron las
violaciones, el hambre y la noria del terror lo que ahuyentó a nuestras
familias hacia las tierras cálidas.
El
desarraigo siguió aterrorizando a los niños aún durante mucho tiempo. Gentes
que a duras penas arrastraban sus cuerpos huyeron a la carrera de sus países de
origen. Respirar, olvidar, ansiar que el calor y la sal les curasen la piel.
Alguien les
acercó una bolsa con semillas negras: repentina felicidad. Algo para tragar y
para distraerse. Para despertar el cuerpo al frescor de la noche. Las mujeres se
embarazaban. Ingenuos y amantes, pelaban naranjas valencianas y se alimentaban los
unos a los otros.
Traducción: Gerardo Lewin
Shulamith Apfel nació en Chipre en una familia de sobrevivientes del holocausto y se crió en Haifa. Publicó su primer libro a los diecisiete años. Recibió los premios Holon por su libro Merhak/Distancia (1982), el premio Levy Eshkol para escritores hebreos en 1987 y 2013. Además de poeta es galerista y dramaturga.
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