Quien afirma que no existe aquí el otoño
no ha visto recoger las aceitunas,
los árboles con la caída de las hojas,
o a los miles de pájaros que vuelan,
al migrar, por sobre su cabeza;
ni cómo las mujeres de Jerusalén envuelven
por las noches sus cuellos con chalinas.
No ha visto brotar los lirios marinos,
ni las penas del corazón en los veranos
y no sabe de la tristeza que me gana
cuando compruebo que el invierno se aproxima.
Traducción: Gerardo Lewin
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