1
Con un marcador azul, en el espejo,
marco los límites del antiguo pecho
extirpado
de mi madre.
La línea se alza curva
para caer – desalentada –
en el hueco de la axila.
Ahora la diagonal.
Pero no:
resulta imposible
mover
la mano.
2
Algodono las heridas del pecho ausente
con blandas vendas bien acolchadas.
Las deposito con cautela una por una
para paliar tu dolor y ocultarme
de la cicatriz.
3
Mamá,
tal vez
para mayor seguridad
conviene que salgamos esta noche en secreto,
que enterremos el pecho cercenado
en las profundidades,
que pisoteemos largamente la tierra amontonada.
Tú y yo escupiremos
tres veces
a los cuatro vientos,
arrojaremos dagas,
trazaremos círculos en el aire,
clavaremos cuchillos en la tierra,
murmuraremos con las palmas alzadas,
oraremos y entonaremos cánticos,
nos pondremos de pie, meditaremos,
haremos abluciones,
volveremos a escupir otras tres veces
y nos iremos.
Ya en la casa cerraremos fuertemente los ojos,
aguantaremos la respiración
durante diez años
y con los dedos cruzados
nos sentaremos a esperar.
Traducción: Gerardo Lewin
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