sábado, 24 de mayo de 2025

Tal Nitzan / Rincón (monólogo de un viejo guía de museo)


foto: Gili Getz





Y ésta, la última obra del recorrido, tal vez
les provoque cierta leve incomodidad: el prurito
que acompaña el goce del terror y la masacre.
Quién puede negar, no obstante,
la enorme contribución del arte de la guerra
al arte pictórico, qué pobre habría resultado sin Waterloo,
Stalingrado, las guerras púnicas, el sitio de París,
la conquista de Jericó y todas sus hermanas, alegóricas
pero no menos crueles. Henchidos músculos y estandartes,
las armas en ristre y caballos con las patas alzadas
en pro de la perspectiva, el arco de gestos
que va del coraje al pánico, las mil tonalidades
del púrpura, la metralla que hiende una nube,
aquí y allá rubios querubines que contemplan el horror,
destellos sobre el metal, conflagración y llamas — y ahora,
por favor, dirijan sus miradas hacia ese rincón, abajo,
hacia esa mujer con las ropas desgarradas
que se abraza a un bebé,
que tal vez fue bocetada de manera apurada
pues retrasaba al artista, deseoso de concluir,
de delinear su firma, así como ustedes ansían
visitar ya mismo la cafetería. Concédanle un minuto:
el bebé aún vive, extiende sus brazos
regordetes. No sobrevivirá.
Tampoco la madre.
Nadie en este cuadro sobrevivirá ni se despedirá
del mundo en su pacífico lecho. La mujer lo sabe.
Sus piernas huyen, como si hubiera intentado
escapar del marco y arrancarse del cuadro
pero su cabeza torna hacia atrás a pesar suyo
y su mirada se vuelve hacia la orgía del espanto,
su boca, horror
que entre los alaridos de los hombres se pierde.
Y aunque tal vez no forme parte de mis funciones
he pasado tanto tiempo en su compañía
(a veces, ya cerrado el museo, regreso a casa
despacioso, caminando a lo largo del río,
siento que su espíritu flota junto a mí,
la lluvia moja sus harapos, su grito congelado —)
al punto tal que no puedo sino preguntarme
qué habría sucedido, qué forma tendría el mundo
si se hubiese trasladado la figura
desde un rincón al centro de la imagen,
si le hubiesen otorgado a ella y no a ellos...
Perdón, disculpas, nuestro tiempo concluye.
Gracias por la atención, tengan todos
una excelente noche. Pueden depositar
sus propinas en aquel sobre.





Traducción: Gerardo Lewin





domingo, 4 de mayo de 2025

Yael Globerman / Segunda generación







1.
El hombre que casi no existió se sienta a la mesa.
La mujer que apenas se aparece le sirve torta de ciruelas.
Esta es mi casa. Se está bien aquí, se siente seguro.
Mamá se apoya en papá. Papá se apoya en una sombra.
Por las noches se acercan en puntas de pie hasta mi habitación.
Visten ropas de apicultor y untan cera en mis sienes.
Hay mucha calidez en la familia.
El piso arde bajo nuestros pies.

Creemos firmemente en los muros
y un poco menos en el techo:
hay que reconstruirlo diariamente.
Construimos. En el botiquín
guardamos armamentos y en el banco
el soborno para el gendarme
que nos permite, noche a noche,
atravesar la frontera.
Silencio: el material que obtura grietas
y aísla los pisos.

Oigo el murmullo de algo en lo profundo:
hay un mar bajo el cimiento de la casa.


2.
Esta casa está llena de amor.
Papá es fuerte y mamá, bella.
Gershwin, inspirado en nosotros,
hubiera podido escribir una canción de cuna.
De qué nos servirá esta tristeza.
A dónde nos conducirá,
en qué rincón la pondré cuando nos visite,
qué le daré de comer.




Traducción: Gerardo Lewin





jueves, 3 de abril de 2025

Ron Dahan / Amor










Podría haber vivido sin hallarte.
El pensamiento era tan insoportable que me mareé
y tuve que sentarme en un banco para reposar.
Pasaban frente a mí miles de gentes. Te busqué,
no te encontré y fue por eso que llamé. No contestaste.
Me subió la presión, sudaba y un segundo antes
del infarto respondiste. Preguntaste qué pasa
y respondí nada, ya lo olvidé, no importa.

Al regresar a casa me esperaba un bicho muerto
sobre la alfombra. Largo, verde. Recordé
que con los niños lo habíamos visto
hacía un par de noches, avanzando lento
sobre el techo. La niña señaló
y dijo qué es eso; el niño cerró los ojos 
y unió sus palmas en plegaria. Les dije
que ya era hora de dormir. Recojo ahora 
esta larga y seca momia de insecto
en un papel y la arrojo a la basura.

Sé que todo este asunto del amor es complejo,
pero podría haber pasado la vida entera
sin dar contigo, sin sentir que tu lengua
apoya en mi cuello y se desliza hacia abajo
como una catarata de ardiente lava
y eso, para mí, hubiera sido
como vivir el infierno en esta tierra.




Traducción: Gerardo Lewin




Ron Dahan es un escritor y poeta israelí. Nació en 1979 en la ciudad de Hertzlia. Fundó el sitio Indibook, una editorial digital online. En 2023 obtuvo el premio Jaim Guri y el premio Jehuda Amijai. Publicó Magol / Oleaje (2023 Ed. HaKibutz HaMeuchad), HaGagua Shel Kain / La añoranza de Caín (2011, Ed. Gvanim), Neurim / Juventud (2012, Ed. del autor) y Mot HaTzipor / La muerte del pájaro (2018, Indibook).



lunes, 17 de febrero de 2025

Anat Levin / Octubre



fotografía: Lilach Raz




Alguien ha muerto esta noche,
alguien que tiene madre
y que nació perfecto como un beso.

Alguien que lavaba un rostro hermoso
y simple, como los nuestros en el espejo,
fue quien murió, de nosotros, al cabo de la noche.

Con qué sencillez vistió su túnica nocturna
para bailar la noche entera, estrella en la tormenta,
y en la madrugada murió, sin motivo.

Alguien que se calzó unas medias, temprano el día,
su cabeza un instante inclinada al latido de la tierra
para luego ir trabajar con medias de algodón.

Una niña
que murió al terminar la noche
y cómo pudo ser
que la noche no murió con ella.





Traducción: Gerardo Lewin





jueves, 6 de febrero de 2025

Yali Shner / Belleza







Fueron tiempos en los que resultaba imposible
renegar de la belleza,
del súbito y malvado modo
con el que irrumpía en tus entrañas.
Violento, indómito.

Hubiera sido preferible renunciar a todo movimiento
o decretar ayunos públicos, pero nos aferrábamos a la vida
como todos los condenados a morir; pretendíamos recordar
pero terca fue nuestra decisión de olvido.

Tuvimos éxito. Nos sentábamos juntos,
los pocillos de café con leche entera batida.
No veíamos en la borra rostros muertos
y en las ventanas salía, tras las lluvias, el sol.

En ocasiones la guerra nos atravesaba,
alta, eterna, y apoyaba una mano
sobre nuestras cabezas.
A veces oíamos el rasgar de vestiduras
desde la casa vecina
y algo similar al luto 
golpeaba contra el vidrio.

Por sobre todo estaba la belleza

porque hubo, definitivamente, belleza.




Traducción: Gerardo Lewin






Yali Shner, nacida en 1985. Poeta y editora. Vive en la localidad de Camun, en la Galilea. Casada, es madre de tres niños. Ha editado dos poemarios:  "Título/Kotereth", Ed. Carmel, Jerusalén 2016, y "Materia prima/Guelem", Pardés Haifa 2022. 




martes, 24 de diciembre de 2024

Avihai Kimhai/ Quien no ha visto







Quien afirma que no existe aquí el otoño
no ha visto recoger las aceitunas,
los árboles con la caída de las hojas,

o a los miles de pájaros que vuelan,
al migrar, por sobre su cabeza;
ni cómo las mujeres de Jerusalén envuelven
por las noches sus cuellos con chalinas.

No ha visto brotar los lirios marinos,
ni las penas del corazón en los veranos
y no sabe de la tristeza que me gana
cuando compruebo que el invierno se aproxima.





Traducción: Gerardo Lewin




sábado, 12 de octubre de 2024

Avot Yeshurun / La grieta sirio-africana







Dicen los sabios que cuando surgió
la grieta sirio-africana los lugareños
no estaban enterados. Cada quien se ocupaba
de lo suyo: afilando las hachas, desollando animales.

Arcaica humanidad, un mundo de violencia.

Cuando deseaban algún cambio en la tierra
debían aplicarle anestesia.

Como me durmieron aquella vez, en soledad narcótica,
bajo el techo y las chapas del hospital Bellinson:

"¡Yeshurun, acabas de pasar una operación quirúrgica!"

Aquí estoy: es el día del Perdón.





Traducción: Gerardo Lewin